jueves, 10 de marzo de 2011

Tuyo, hipócritamente: Etgar Keret

Etgar Keret y su esposa, Shira Geffen. Fuente: Internet.

Cuenta Etgar Keret que de chico disfrutaba mucho la Semana del Libro Hebreo, pero no le gustaba que un extraño firmara su libro pues no sentía q el haber escrito el libro le daba derecho a escribir en su copia privada, sobretodo si tenía fea letra, como la de un farmacéutico, o si escribía palabras raras que tenías que buscar en el diccionario para descubrir que quería decir “disfrutar”.

Ahora que han pasado los años y el propio Etgar Keret es el que está del otro lado de la mesa firmando libros, sigue disfrutando de la Semana del Libro Hebreo, pero le cuesta trabajo escribir una dedicatoria para un desconocido., ya que antes sólo firmaba los libros que le regalaba a la gente que conocía.

Entonces, un día se encontró en la extraña situación de tener que dedicar libros para personas que ellos mismos se habían comprado el libro… ¿qué le puedes escribir en el libro de alguien que puede ser desde un asesino en serie hasta una persona común y corriente? “En la amistad” raya en la falsedad. “Con admiración” No es creíble. “Mejores deseos” suena muy paternal, y “Espero que te guste mi libro” Suena muy presumido.

Así que en la última noche de su primera Semana del Libro Hebreo inventó su propio género: dedicatorias de libros ficticias. Si los libros eran pura ficción, ¿por qué las dedicatorias habrían de ser verdaderas?

“Para Danny, que me salvó la vida en el río Litani. Si no hubieras hecho ese torniquete, no estaría yo firmando ningún libro.”
“Para Mickey. Tu madre llamó y le colgué. Espero que no te atrevas a aparecerte nunca más por aquí.”
“Para Sinaí. Esta noche llegaré tarde a casa, pero dejé comida en el congelador.”
“Para Ferge. ¿Dónde están las diez libras que te presté? Dijiste dos días y hace más de un mes. Sigo esperando.”
"Para Tziki. Admido que me he portado como un imbécil. Pero si tu hermana me puede perdonar, tu también puedes.”
“Para Avram. No me importa lo que digan las pruebas de laboratorio, para mí siempre serás mi padre.”

En retrospectiva, y después de un golpe en la cara que le dieron por la última dedicatoria, supone que no debería haberle escrito a ese tipo alto con corte de marinero en el libro que le compró a su novia: “Bosnat, aunque estés con otro tipo ahora, ambos sabemos que regresarás a mi al final.” Pudo haber reaccionado de manera civil en ligar de física. De cualquier manera, aprendió su lección, aunque dolorosa, y desde entonces, durante la Semana del Libro Hebreo, no importa cuánto le den ganas de escribir dedicatorias ficticias para un tal Dudi o Shlomi, para que la próxima vez que lea sobre él no sea en una carta de un abogado, hace una respiración profunda y mejor garabatea “Mis mejores deseos”. Aburrido tal vez, pero mucho mejor en la cara.

Así que, si ese tipo Bosmat leyó esto, quiere que sepa que está profundamente arrepentido y le quisiera ofrecer sus más sinceras disculpas. Y si por casualidad Feige está leyendo esto, Etgar Keret sigue esperando esas diez libras.

Mira la cápsula de Etgar Keret en Imaginantes*.

Por: Imaginantes*.

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