Cuando era niño me daban miedo los magueyes, pensaba que de sus pencas saldrían brujas y que me iban a chupar el estómago, sin embargo no dejaba de mirarlos de reojo por la ventana. También, me daban miedo los pitufos, pues mi hermano mayor me inundaba de historias que inventaba y se divertía asustándonos a mi hermano Iván y a mí. La fantasía de mundos extraños me encantaba, o me encantó y quedé literalmente encantado. Alguien después me dijo que si veía una estrella fugaz en el cielo, pidiera un deseo y que éste, en algún momento se cumpliría. Todas las noches, durante muchos años, no me iba a dormir si no veía pasar al menos una estrella fugaz, parecía que había desarrollado un instinto para mirar al cielo nocturno cuando éstas cruzaban efímeramente con su fina cola de luz.
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Jorge Contreras HerreraTizayuca, Hidalgo 12 de octubre del 2010 3:42 am
Jorge llevo tiempo siguiéndote a través del Facebook y nunca dejan de emocionarme tus palabras. En ésta ocasión no es menos, te deseo de todo corazón mucha suerte con tu nuevo y maravilloso proyecto.
ResponderEliminarHay quien no se mira en el espejo por miedo a verse realmente, en los libros no existe ese miedo.
Sigamos imaginando a través de los libros y demos a conocer a nuestros hijos la magia de un cuento, enseñémosles a soñar e imaginar con los ojos abiertos.
Un gran abrazo de una soñadora que aún se mira al espejo y mucha suerte.