Eisenstein con calavera, 1931, fotografía de Agustín Jiménez
Eisenstein quería retratar en su película una imagen bella, como el Mexicano, de un ambiente lleno de mitos, leyendas, historias y cuentos, tanto de antes como después de la conquista.
Desde tiempo atrás Eisenstein se interesaba mucho en los ritos y objetos religiosos, aunque no necesariamete por que se estuviera convirtiendo a la religión, sino por que seguramente, como artista, era muy sensible a la riqueza formal, al simbolismo, y a todo sentimiento que despertaban los rituales y objetos de culto.
A través de la numerosa simbología aportada por el intento de conciliación de las antiguas doctrinas mexicanas y la católica, Eisenstein quería crear en el film una ceremonia puramente artística, como manifestación de un tiempo cronológico en donde la idea de la eternidad estaría representada por la constante renovación del pueblo, de las estaciones, de la vida y la muerte, y no por deidad alguna.
Por: Imaginantes*
Desde tiempo atrás Eisenstein se interesaba mucho en los ritos y objetos religiosos, aunque no necesariamete por que se estuviera convirtiendo a la religión, sino por que seguramente, como artista, era muy sensible a la riqueza formal, al simbolismo, y a todo sentimiento que despertaban los rituales y objetos de culto.
A través de la numerosa simbología aportada por el intento de conciliación de las antiguas doctrinas mexicanas y la católica, Eisenstein quería crear en el film una ceremonia puramente artística, como manifestación de un tiempo cronológico en donde la idea de la eternidad estaría representada por la constante renovación del pueblo, de las estaciones, de la vida y la muerte, y no por deidad alguna.
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